domingo, 15 de abril de 2012

RELATOS DE ORITUQUENSES EN LA INTERNET

un amor que no es cualquiera

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Iglesia colonial de San Rafael de Orituco fundada el 24 de octubre

de 1693, y su patrono, pintado por Ramón Graff Barrios

“Un amor que no es cualquiera”

Pafg. Un Negro que escribe.

Transcurren los años 20 en un pueblito llanero, en San Rafael de Orituco que, como dato histórico, fue fundado el 24 de octubre de 1693, cuando don francisco Carlos Herrera y otros vecinos del valle solicitaron la licencia del obispo de la diócesis, Don Diego de Baños y Sotomayor. Hoy damos gracias al licenciado Pedro Calzadilla Álvarez, por enseñar a los gracitanos, de dónde venimos para saber para donde vamos. Gracias, gracias, Pedro, por esos trescientos años de historia del valle del Orituco, poblados por descendientes de los indios Tomuzas, pertenecientes a la tribu de los Guaiqueríes de la familia de los indios Caribe que poblaron estos valles, hasta San Sebastián de los Reyes, población ubicada al sur de Aragua. Etnias dedicadas al cultivo del cacao, tabaco maíz y, toda clase de tubérculos y ganadería. Aún recuerdo sus casas, de techos rojos; algunas coloniales, donde vivían las familias distinguidas de la época y que tenían los recursos suficientes, provenientes del comercio, la ganadería y la agricultura.

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El autor, un negro que escribe.

Entre ellos se destacaban los Zeiden, los Graffe, los Arocha Rojas, los Rojas Gómez, los Berroterán, los García Berroterán, los Rivero, los Marrero, los Castillo, los Reyna, los González, los Galindez, los Garcés, Calzadilla, Ramírez, Manuit; y, una familia de abolengo, en la que se destacaba por su pureza de espíritu, su bondad, su amor por el prójimo, su albergue permanente a los pobres y no pobres, Juana Rosa. Su fortaleza, hablaba y transmitía por esos ojos, donde se le miraba el alma, rica en atenciones, con aquella risa cantarina que convertía todo el ambiente en felicidad. Sus hijas e hijos, también repletos de atenciones y también envidiables por su espíritu de superación. Cuando hacía los oficios de la casa pareciera que estuviera rezando en silencio, orando y pidiendo a dios bienaventuranzas para todos nosotros. ¡Qué linda era ella!, que paz, que amor se respiraba en esa casa. Era envidiable su humor. Todo era fragancia de cariño y fragancia de flores. ¡Qué bello su jardín! A veces pienso que quedó sequita de tanto amor que dio. ¡La amistad disminuye el dolor y la tristeza¡ Otros, los más pobres, los jornaleros, vivían en ranchos hechos de barro con paja y bahareque de caña amarga. Estaban los Pinto, de origen europeo, se alimentaban de la caza y la pesca. Los días son siempre calurosos,.. Oye Ñeca, ¿Están listo los almuerzos?, el nuestro y el de los muchachos, mira que la tarea de hoy es limpieza de los tabacales; no te olvides de llevar la tapara de agua fresca de la madre vieja, yo me encargo de los machetes y las escardillas. Generalmente los oficios eran por igual, los hijos, Oswaldo y José, iban a la escuelita a aprender las primeras letras, junto a los hijos de los vecinos que hacían las mismas labores.

Juana Rosa, la doña de la bondad y dueña de unos hijos maravillosos.

Tenía una hija llamada Dalia. Esta niña en el recreo se acercaba a Oswaldo, jugaban juntos, había una atracción muy fuerte, las miradas profundas y el roce de sus manos, provocaban temblores en ambos, con una edad de las que llaman “de la pubertad”. Ya se perfilaba un futuro: juntos para toda la vida. Él le hacía collares de flores de las que llaman chiquichiqui, entrelazadas unas con otras, combinaban con su sencillo vestido. El amor es más bien una confluencia de dos vidas, que se unen con el afán de fundirse en una sola.

A todas éstas, el jefe civil del pueblo, el famoso Ramón, andaba buscando unos ladrones de gallinas, que la noche anterior, le robaron a un parroquiano, para hacer un sancocho. Los sospechosos, un ñato, que venía todas las semanas al pueblo a cazar, pescar y parrandear, acompañado por amigos y familiares. La pesca en las lagunas de Bordera, ¡a carajo tan buena gente este francés! Las petacas de Juan Eduardo, las quebradas amarillas y los ríos más famosos del pueblo: el Tememune, Orituco, Macaira. Estos dos últimos, nacen en la Serranía del interior y convergen en Libertad de Orituco. Salen en compañía de sus compadres y amigos, pero esta vez citan a la jefatura al ñato, y lo interroga la autoridad: “… me da mucha pena, amigo, pero todas las denuncias apuntan hacia usted. Dicen que los que estaban de parranda eran ustedes, le quitaron a ese pobre hombre sus patarucas, que ponen sus travesuras de gallo, para alimentar a sus sutes”.

¿Cómo vas a pensar tú que yo soy capaz de eso? El sancocho lo hicimos con unas guacharacas que cazamos, y estaban más duras que sancocho e’ pato. Pregúntale a Cipriano, mi compadre, el puede dar fe de lo que digo. Mira Ramón, vamos hacer una vaina,… ¿Cuántas gallinas dicen que nos robamos?

El famoso “Papalaro”, creador de un cúmulo de ilusiones.

Bueno, él dice que fueron dos,… ¡Aja!, para acabar con esta vaina, yo le voy a pagar 10 bolívares. Con esos se compra veinte pollitas, o, yo se las traigo en el próximo viaje. Es más, le voy a traer 50 y vamos a medias, ¿Qué le parece? ¿Estás escuchando Pablo? Si, estoy escuchando. ¿Aceptas la cuestión? Bueno chico me parece bien la cosa. Como él decida pues, pero que sepa que yo no lo estoy denunciando ni acusándolo, los Graffe aquí son muy queridos y benefactores. Salta entonces Ramón, y en aquel tono alegre que siempre le caracterizó exclamó: Esto tenemos que celebrarlo, vamos al botiquín del compadre Juan, a echarnos unos palos. Juan, el dueño del bar, siempre el compañero de farra, de paso alegraba el ambiente, cantando, y acompañado con su lira. Y así, quedaron Pablo y el Ñato, que se salvó de la “chirona”. Muy amigos. Luego fue su baquiano de cacería. Mientras tanto salían Oswaldo y Dalia, con unas caras de pocos amigos, siempre con una cera de chicle pegada en la cabeza y en el fundillo del pantalón o el vestido. Afirmaba Oswaldo, es que me da una rabia que se metan contigo, conmigo no importa, al fin y al cabo, vivo con una tristeza en ese rancho de bahareque y barro, donde habitan los chipos y las chiripas. Y explicaba es tanta la hambruna que mi hermano pequeño y yo, tenemos los codos y brazos comidos por estos indeseables bichos. Dormíamos en trojas, los colchones son de ropa muy vieja, rota y sirven de guarida a las alimañas. Las comidas las hacían juntos, a la luz de una lamparita de manteca y mecha de trapo. Reunidos en la mesa, bendecían la comida y daban gracias a Dios. Sus alimentos eran generalmente, frijoles, huaracaras, caraotas, sazonadas con comino y sal; la carne una que otra vez en forma de pisillo. Salaban la carne y la ponían al sol a secar. Era una forma de conservarlas, casi siempre había que quitarles las “queresas o cresas”. Ellos se alimentaban prácticamente de la caza y la pesca. Las meriendas cuando había, era pan con guarapo.

Una noche de caza, salen más o menos de 9 a 10 de la noche, con el perro Pantero, en busca de los cachicamos. Se llevan escardillas, picos, linternas; y, en lo que el perro ladra, a correr, el perro los persigue y se encuevan. Llegan los cazadores y comienzan a cavar hasta que los sacan, a veces son conejos o zorrillos o mapurites. Y, el gran chasco, en lo que ventosea ese animal, el perro enloquece, se raspa la nariz contra la tierra porque no soporta el aroma y no “de rosas”. Casi siempre se traía dos o tres cachicamos, se cocinaban, se desmechaban para el guisado y se comían con arepa,… vaina pa’ güeña, comentábamos. Llega el día sábado, día en que matan una res para el pueblo. Cada quien compra la carne de acuerdo a su capacidad, generalmente los que beneficiaban el toro, preparaban el anti crisis famoso y divino teretere, y lo vendían por kilo. Les aseguro que no hacia quedar mal a nadie. Cuando matan marrano en las casas, tienen un caldero grande y como dicen, del cochino hasta el rabo es chicharrón. En esa fecha se medía el cochino por los litros de manteca que dejaba. Era más cara que la carne, los cocinaban en su propia manteca y lo guardaban al vacio, en latas de manteca hidrogenada vegetal de coco, que desocupaban las bodegas. Luego, las tapaban, soldando la lata con estaño.

El alumbrado del pueblo, con una planta, que se apagaba a las doce de la noche, dando tres avisos previos. En el botiquín del pueblo suena una canción, en una rockola,… ayúdame dios mío, ayúdame a olvidarla. Allí estaba el popular Alfredo. Uno de los Flores, le agarra la muñeca y lo aprieta, con cierta maldad, pero sin hacer daño, y le dice: canta para que te ganes una cervecita. Se oye la voz ayuuuuuulala tuuuu, ayulala tuuu. Así, ese tipo hacía cantar a esta maravillosa persona, afectada con el síndrome de Down. Muy querido en el pueblo, no usaba zapatos, caminaba sobre los vidrios y la espina como si nada; la piel de planta de los pies, más gruesa que una suela. Este personaje, queridísimo por todos, servicial, cariñoso, siempre estaba con una sonrisa inocente, ingenua, percibía a sus amigos, que lo tomaba en cuenta, que a su modo, les demostraban el cariño que les profesaba. Eran las épocas en que no había institutos que se ocuparan de educarlos. La familia que lo adoptó le enseñó buenas costumbres.

Mientras tanto Oswaldo y Dalia, que venían juntos del colegio, aprovechaban la soledad del camino para acariciarse, juntaban sus caras, con inmensa ternura, besaba sus labios, apretaban sus cuerpos con infinita pasión y ternura, ella pedía que la abrazara fuerte, que le hiciera daño, quería sentir su presencia.

Es que te quiero tanto, te adoro, nuestro amor será para toda la vida, sus manos recorrían ese bello cuerpecito, la pasión se desbordaba dando paso a unos besos apasionados que luego se transformaban en besos suaves, con inmensa ternura, le cerraba sus ojos con sus besos, él también cerraba sus ojos y dejaba correr su imaginación y se transportaba a un paraíso, un bosque frondoso y un colchón de flores, con un manantial, donde manaban aguas cristalinas. Disfrutaba el amor con una bellísima mujer, de grandes ojos negros, donde se extasiaba, viendo las luces de la luna y el titilar de las estrellas. Terminaban su romance y cada quien seguía hacia su casa, los regaños no faltaban por la tardanzas en llegar. Muchas veces el mayor obstáculo para el amor es el temor secreto de no ser digno de ser amados. Los sábados en la mañana se reunían los parroquianos en la plaza del pueblo a esperar la “popular” para viajar a Caracas. Ese autobús se llenaba de pasajeros, unos con gallinas, pavos, pa’ diciembre y enero. Esos morrales llenos de huevos de iguana. ¡Qué delicias! Manjares de los que todavía se conserva en el paladar, ese sabor exquisito, propio de los dioses. Pollos, guacharacas, jaulas con pájaros, cerditos, chivitos, perritos. Hasta tragavenados llevaban los muérganos. Quesos, café, cacao en pasta para hervir, verduras mapuey, ñame, ocumo guaracaras, frijoles, caraotas, el tabaco de mascar y pare de usted de contar. Iban más animales que personas. Eran regalos, para sus familiares que vivían en la gran Caracas. De esa ciudad, algunos de ellos se venían con los clanes, compuestos por los Graff Rojas, los Barreto Graff, los Garcés Rojas, los Flores Graffe, los Ecarri Graff, los Graff Rivero y los Ramírez.

Se juntaban en la gran ciudad de San Rafael de Orituco, con los más grandes parranderos, cazadores y pescadores de orilla, que haya parido esta patria. Los Arocha Rojas, los Ramírez, la gran anfitriona y madre de todos, Juana Rosa, la doña de la bondad, los Zeiden Graffe, los Bordera, los Manuit, los Berroteran, los Marrero, los Rivero y, los Galíndez. Época en que se dividían a los hombres en mentales y sementales. Al respecto, hay un personaje muy querido, maravilloso, pintoresco, nuestro “compay” Cipriano, quien con el orgullo de mantener en pie, con la dignidad bien entendida y con un gran esfuerzo para cobijar a su familia de la intemperie, se negaba a mudarse para una casa rural, digna y confortable. Sus principios se rebelaban a recibir algo no logrado con su titánico esfuerzo.

En los pleitos de los tigres con los leones, por la instalación de botiquines, en el pueblo, el tigre le llevaba una morena, cantaba, tocaba y sobre todo ajilaba con cuanta bebida alcohólica había, la famosa fruta e’ burro, zamurito, piñita, berro, etc. Era entonces cuando aparecían los niguateros, con los dedos viendo p’al cielo por las bubas que producían las niguas.

En la época de las fiestas patronales llegaban la famosas ferias, con sus Ruletas, y sus diferentes juegos de envite y azar, el palo encebado, el cochino afeitado y encebado, las carreras de sacos, el lanzamiento de globos. Estas ferias, siempre oportunas para conocer personas, y hacer amistades. Uno que otro amor que surge, se concreta o pasa como el viento.

Cipriano con las armas en la mano y el clan Flores Graffe,… que vida tan dura, Dios…

Esa pasión que, muchas veces, se va sola o llevándose la tierra y el polvero que se levanta y que muchos se lo tragan. Esa cantidad de amores que quedaban inconclusos. Pasaban las ferias y llegaba el cine, traído por el Ministerio de Educación, aportaba distracción para la población con sus películas de Tarzán, la pandillita y otras,… más las loas y mensajes al gobierno de turno.

Llega el momento de crecer, espiritualmente, de alma, de pensamiento, de cuerpo y de tamaño, los sentimientos crecen también crecen los conflictos causados por el egoísmo del ser humano, comienzan las prohibiciones, los calificativos, que hacen sufrir y llorar a dos seres que se aman intensamente, juntos han estado como el agua y la arena, como la rosa y la espina - que a veces hinca y hace daño - a pesar de lo contradictorio del amor, uno se muere por un beso que deje ese dulce néctar que alimenta el alma, gracias a Dios, en esa época sale un producto que combatía el mal aliento, llamado sen-sen, una mini pastillita color moradito oscuro, que se coloca en la boca como un chicle, y había una explosión… de sabor. Y, casi medio día pasaba la gente protegida. Mientras tanto Oswaldo, sólo en reflexión, después de recibir las andanadas de improperios de su madre por insistir en sus amores con Dalia, pensaba en las tinieblas que vivía día a día por faltarle el sol que le daba claridad a su alma. En la noche le faltaba la luz de su romántica luna. Quería tenerla en sus brazos. Dalia era su tormento, su todo. La madre de Oswaldo, ya sospechaba que su hijo estaba enamorado. Su comportamiento distraído, pensativo, su encierro en soledad. Estaba perdido en ese mundo lunar, el mundo sólo existía para él y para Dalia. Ella tenía la fuerza, la fortaleza de alma, de espíritu, para luchar fieramente ese amor que se escapaba, por la lucha del amor de otra mujer, que daba órdenes a su hijo para que sacara del alma y corazón aquel amor que traspasaba este mundo. En ese, como en todos los pueblos, hay personajes de relevancia, de pensamiento amplio, como amplio son sus conocimientos de cacería, de su oficio de “hacer chinas”; utilizadas para procurarse el sustento de su familia. Con ellas mataba iguanas, le sacaba los huevos y los vendía. Cazaba al puerco espín y la ardilla; acompañaba a los cazadores, a buscar cachicamos, venados, de los cuales siempre le tocaba su parte. En el pueblo a veces se pierde el respeto. ¿Cómo es posible que sembraba sus hortalizas, y de noche le robaban su pequeña cosecha para el sustento de su familia. En tiempos de cosecha, para protegerla, se acostaba en una hamaca dentro de unas matas, armado con su inseparable “china”…, más de un amigo de lo ajeno corría gritando “ayayay”, con una buena pedrada en la espalda.

De los cuentos de la época, de cazadores y pescadores, sale un famoso cazador llamado El Ñato, acompañado por su famoso baquiano y el no menos famoso “guatanero”. Ya lo vemos, viene de regreso, con la escopeta al hombro siguiendo el camino de las empalizadas, cuando de pronto ve un venado rascándose las orejas, en la pata de un “majomo”; prepara la escopeta para cargarla y disparar, mas de inmediato se da cuenta que se le acabaron las cápsulas, busca y lo que tiene son cartuchos vacíos con fulminantes. Busca entonces en la mochila y consigue unas tachuelas y clavitos, Carga con ellos su escopeta y dispara. Asombrado contempla como deja clavado el venado por la oreja al árbol. Así salvan por lo menos la comida para un mes. Cuenta también el “guatanero” que jugando zaranda con Luis A., la bailó tan fuerte que salió hasta el bosque y se perdió. Y dicen que una vez pasado un año y andando por el bosque, oyó un zumbido y se acercó, mas cuál sería su sorpresa: ¡Era su zaranda que todavía bailaba arriba de una piedra! Cuentan también que El Ñato - cazador de los buenos, siempre acompañado de su perrita Macagua, tan buena en cacería como el mismito infierno. Comentan que sale para la represa a cazar patos, - que había como jumo” - carga su escopeta, dispara y mata en ese mismo día como cien patos, los amarró y los montó en el burro, Pero, dicen que muchos patos aún estaban vivos, salen con el burro por delante, y de pronto… ¡Oh! Sorpresa, ven que el burro comienza a volar; y, “no jayando que hacer”, pa’ salvar el burro, se le alumbra el pensamiento y carga las cápsulas con hojillas y le dispara a la cincha y la corta salvando así al burro. Ah, pero cuánto lamenta que los patos vivos se fueron, perdiendo la cacería. Cuenta también “barreta e’m… “que, viniendo de Carmen de Cura, pasa por el “río mesmo” que estaba crecido, y se le apagó el Prefect – Ford inglés de la época. Le daba por el arranque y nada, la batería se descargó, se queda con el suiche pasado y el capot abierto, y entonces,… ¡Oh sorpresa!, el carro prende y arranca y sale del agua a la orilla, se baja del carro, y encuentra… nueva sorpresa, había una anguila eléctrica atravesada en los bornes de la batería.

Bautizo de carolina, en la foto están Betty, Luis, Barreto, Leticia, Dilia de García, Un negro

que escribe, Juan E. García el padrino, no se ve, Juan Eduardo García.

Al famoso Ñato le pasaban las cosas más insólitas, en esos trajinares de la caza y la pesca, una noche se paran a descansar y a echarse sus buchitos y a darle a la sin hueso; ponen la tapara y la mochila donde llevan la caña clara, los limones y el agua bajo un arbusto, se levantan sin percatarse y dejan olvidado la marusa con el bastimento. Pasa el tiempo y, en una de esas cacerías cachicameras, se les acaba lo más importante del viaje, la cañadonga, y decían… ¡Ah malaya un buchito ‘e ron! Tomo hasta mata maleza, decía el Cipriano. La luna estaba llena, clarito estaba ese monte, el baquiano con ojo de águila, no miraba pa’arriba, miraba pa’bajo; se guiaba se guiaba por las sombras que reflejaba todo animal durmiendo en los arboles, de golpe ve una cosa rara,

El famoso volvo del Ñato, allí lo tienen,… orondo el Nick W. Graff. Era un rey, cómo

nos hace falta, ese don gato era a todo dar, quedó la pandilla huérfana.

El Ñato, el héroe, el magnífico, don gato. Nick Watson Graff Rojas,

… pa’ los que salgan. Personaje irrepetible.

se para, observa, ¿Qué viste? Le preguntan. Nosotros no vemos nada. Les responde: ¿Están viendo allá arriba en aquella rama? Parece una mochila,… se encarama en el árbol y la baja. Era la misma que habían dejado hace dos años olvidada en aquel arbusto. Había caña, limones y agua. El milagro se hizo,… ese palo nos lo echamos con ganas; y, desde ese día se llamó el Paso de la Mochila. A las 5 de la mañana amanecíamos en la playa de las quebradas amarillas, agotados con la carga de cuatro cachicamos, el Ñato de tanto tomar caña clara con limón decía: Me parece que me tragué el corcho, tengo un “atorozón” que no lo aguanto; menos mal que consiguió el Roter, masticó una pastilla y le bajó el “tarugo”.

A todas éstas, nuestro querido Oswaldo, con su alma, mente y corazón atormentado por ese amor que lo encierra en ese menguado cuarto, acorralado en ese sentimiento tan profundo. La libertad de su amor por Dalia y la prohibición de su madre a ese amor, en esa incertidumbre y sin hallar que hacer, escoge la perversidad de ahogar sus penas en alcohol. Eso sucedía cotidianamente después de cerrar su negocio, que vendía de todo como en botica. Por otro lado andaba Pedro, en su jeep de la segunda guerra mundial. Una vez iba chisteando con su compadre y tomándose su traguito de siglo XX. Como buen chofer, no le quitaba la vista al camino, sin embargo, no se dio cuenta y, en una curva del camino, se le cayó el compadre. Menos mal que fue cerca del fundo. De repente, aparece su compadre querido, sudado y jadeando, y le dice, carajo compadre, no se percató que me caí del jeep, menos mal, que lo que tengo son magulladuras. A lo que él le contesta: Y usted no me dejó hablando solo pues. Menos mal que manejaba, con una sola velocidad, “ensegundao” todo el tiempo. Este personaje es el mismo que Ramón le pregunta: ¿Mira Pedro, tú no has visto pasar una vaca con los cachos deteriorados y con el cabestro a rastras? Carajo le contesta, la verdaita es que lo que vi pasar fue una vaca con los cachos escoñetados y con la gurupera arrastrándola y levantando un tierrero del coñ…e’ la madre. Tenemos otro personaje de la farándula gracitana, una especie de guapetón de pueblo, que siempre estaba amagando con pelear, a todos se les cuadraba a ver quien salía pa’lante, este singular personaje que ya no tenía familia a quien enfermar o matar para justificar sus ausencia del trabajo. Sus fines de semana, que él los hacía largos, los pasaba con la guitarra en una mano y en la otra un trago de lo que le brindaran. “Ajilaba” con todo, desde lavagallo, pasando por el ron, brandy, whisky o cerveza, fruta’e burro, zamurito, perfecto amor, piñita, berro, pata rota, oct. Y con su bendito cigarro que no dejaba y menos para hacer sus necesidades. Era un encanto de

Eduardo García, Leticia Graff de Barreto y Régulo Garcés, el bravo de los bravos.

persona, los ratos maravillosos con que nos deleitaba; su risa contagiosa, se reía de la vida, como hijo, como hermano espectacular. Era un hermano querido del Ñato y un sobrino adorado de otro no menos gentil y gran hombre llamado el tío Juan. Como no teníamos cantante en la pandilla, él era el mejor, pero eso si, había que comprarle las primas por docenas. Reventaba por lo menos cuatro cuerdas en afinar la lira, pasaba horas afinando. A veces se le iban los gallos, pero con la “chercha”, pasaban desapercibidos. Como RÉGULO regulaba las actuaciones, el famoso Ñato o Juan rojas, el otro juglar les hacía el quite a la perfección. Sus amores, porque de mono cuco,… era realmente mono cuco, empiezan en un sitio cuyo nombre es lúgubre: el cementerio. Allí nos convoca para que conozcamos el amor de toda la vida. Su nombre representaba una conchita que cubre las frutas apetitosas y él, siempre con su adorada conchita. Allí estaban, los dos contra el mundo. Esta familia liderizada por una pujante mujer, doña Lola. Nos secuestraron a este querido hijo de María S… Teníamos el famoso poeta y declamador de los buenos. Un eterno enamorado, pero en solitario, fue “tricuco” por excelencia. Su título de arriero del sexo, no sé de dónde le viene; quizás por las correas que perdió, amarrando burras, cuando era vaquero y de los buenos. Su primer amor, como dice él. Se le conocieron dos mujeres en su vida, felicidad, que le dejó morochos y su linda esposa, que le dio morochos de lujo, y ahora que me acuerdo, hay una que lo inspiró para componer su libro de poesías. ¿Será CINAN O BAIRETE por casualidad? En casa de Dalia, había tristeza. Ella encerrada en su cuartico, sufriendo, llorando, por su amor, que no lograba arrancarlo de las garras de ese otro amor enfermizo, egoísta de la madre de su amado Oswaldo, contrario al de Dalia, la llamaba, ven y dime: ¿Qué causas tan extrañas te arrancan esas lágrimas, que cuelgan de tus ojos? Tú tienes una pena muy grande ¿Quieres que adivine lo que pasa? Estás enamorada, eso es lo más lindo y hermoso que puede pasarte, cuéntame quién es y qué sucede.

Luis Ecarri, Luis Alberto Graff, llamaradas, Alfonso Hung, ido físicamente, PEBLO, Pablo Arocha, cantautor, Francisco Rojas, buche’e perico, cuatrista y cantante de los buenos, el arte y la intelectualidad juntos.

Quiero disipar las nubes de tu cielo, mami, me he convertido en una pedigüeña de amor. Insisto con Oswaldo de mi alma, que lo hagamos libre, que lo sepan todos, que lo nuestro sea una realidad, que la pasión y el querer los bendiga Dios. Y, que la madre de mi querido para dar fin a este tormento que me enloquece. Menos mal mami, que tengo tu comprensión, que me da fuerzas para seguir luchando. No concibo que una madre haga sufrir a un hijo por la necedad de negarle a la sangre de su sangre, la libertad de escoger a su amada. No le parte el alma verlo sufrir, acabado, atormentado, perdido en su soledad, rogando que se le permita unirse a la mujer que ama con locura. ¿Cómo se aprende a vivir sin equilibrio, si es aterrorizante vivir y lo maravilloso que es existir? A San Rafael llega una plaga, pero plaga, plaga. Las lidera un Barreto y un isleño peor que la langosta y la marabunta, se trata de los cari-cari, llegan arrasando bebidas, no perdonan marca ni sabor. Los ves revoloteando las arepas cuando están en la brasa. No esperan que se las den, las cogen y corren a brincarle al queso, al pisillo y otros manjares para rellenarlas y meterle los dientes con furia. Repiten y repiten,… hay que espantarlos con las escobas. Nuestro líder el Ñato organiza la partida de chapita con el ranchero dos expertos en beisbol escogen dentro de los cari-cari y los guataneros uno para cada uno para equilibrar la partida, Barrete el isleño, el negro, vieja gacha, llamaradas, filósofo, Pablo, pelota e’ m…, Cristo e’yuca, guapetón y otros que se pierden en la mente. Apuesta una caja de cerveza fría que compartíamos con todos, costaba Bs. 13.00 la caja. Terminábamos pagándola entre todos los que trabajábamos, los otros eran estudiantes y del pueblo. Este encuentro se realizaba en el patio encementado del botiquín del pueblo. En los ratos de descanso se aparece “Llamaradas” con unas arepas rellenas dizque de pollo. Luego nos enteramos que eran de iguana. Con el hambre que teníamos y con el sabor tocábamos el cielo con la boca, se repetían con facilidad. Qué momentos de felicidad difícil de repetir. Don Gato y su pandilla quedan en el recuerdo grato de los forjadores del bien y buen vivir. Ya anocheciendo nos subíamos a las hamacas ya colgadas después de disfrutar de una suculenta cena, a base de arepa con cachicamo, pisillo de carne guaracaras con queso y un vino Castelgandolfo que se dejaba colar. Comienzan a pedir vino después de acostados y nadie quiere pararse, se levanta don Gato y dice yo voy a arreglar esto; saca del jeep un rollo de goma tipo manguerita de torniquete para hacer “chinas”. Corta para cada uno de los que están en el corredor que alcance de la garrafa de cinco litros de vino metida en una ponchera con hielo hasta la hamaca de cada uno y, cada quien chupa su ración de vino, hasta que se queda dormido oyendo la canción del cantante de moda Ramón Infante,… alas de cristal. En la mañana nos despertaba el primo Cristóbal Zeiden, echándonos whisky en la boca. Vamos, vamos,… a enjuagarse esa boquita y al ver las mangueritas metidas en el garrafón y amarradas de la hamaca, exclamó: ¡Estos carajitos de verdad son inventores y borrachos!

Ramón Graff, alias ranchero, el eterno enamorado… de la vida, Santa Rojas Y Migdalia.

Para Oswaldo la vida era un tormento, sus pensamientos concentrados en ese amor por Dalia, lo trastornaba de tal manera que andaba como un sonámbulo, su cara demacrada, casi no se alimentaba, su salud se resentía. En vez de su queridísima madre consentirlo, llamarlo a la reflexión. La mamá cree que su hijo está equivocado, y le da el trato considerado de una madre a un hijo. ¿Cómo prohibir amores a quien tuvo un amor que dejó frutos? Si tenía resquemores, por qué no reflexiona y mejora el trato, su hijo no se merecía esa negación al amor tan despiadado.

Hay otros amores que nacen en casa, se prolongan en las carreteras, ver esas miradas de una niña, llenas de un amor naciente, sus caricias llenas de cariño, que al momento se confundían por un hermano. Nada, mentiras, ya ese malquerido lo tenía profundamente en su alma y corazón. Él, con más experiencias captaba todo ese volcán en erupción, que lo arrollaba. ¿Qué pasó en la intimidad? La forma de ser de las personas, equivocadas o no, siempre toman decisiones. Querer a una persona demasiada joven y pretender formarla a imagen y semejanza, sería fácil, si el amor no fuera tan contradictorio. ¿Fue un espejismo? ¿Qué pasó? Lo importante fue que dejó su fruto, su ilusión. A veces deja cicatrices. En la vida, se debería disfrutar de los frutos que da el amor; una separación no la desea nadie. Quienes sufren son los más débiles y pagan las consecuencias. Lamentablemente la vida sigue, dejando sus dolores, sus experiencias; a veces no sirven de nada, caemos en el mismo hueco y la historia se repite.

Son temores los que invaden a Oswaldo. Propio de los débiles de carácter, tiembla cuando Dalia lo cita, ya le teme, pero ese amor vence sus temores y llega a sus brazos. Todos sus pensamientos, todo su sentir, todo ese amor se vuelca sobre ella, como rio crecido, la acaricia, la abraza, la besa; y, como si presintiera su pérdida, tiene una respuesta igual, con la profundidad de esa mujer que lo ama y que también teme perderlo. No hay reproches, se conjugan uno con el otro. Viene la calma, Dalia rompe el silencio de ese embrujo, y pregunta, en verdad vida de mi vida: ¿Tú serás el amor permanente en mí?, ¿Seré feliz al lado tuyo? ¿Me quieres a tu lado? O lo que vivimos es una fantasía, quiero y deseo estar segura de tu amor. No quiero que me engañes. Pienso que estás prisionero del amor que le tienes a tu madre. Veo en tus ojos mucha indecisión; no me hagas perder mi juventud, soñando con un amor que se esfuma al lado de tu mamá. Si tanto me amas, no me hagas sufrir tanto.

El existencialismo perfecto existe en lo que más te gusta, llegar a un rio, una laguna, un manantial, una quebrada y posesionarse del mejor sitio, siempre bien acompañado de un buen amigo o amiga, los cari cari, que no dejan de fastidiar, con sus quejumbres, no permiten que se disfrute realmente de un ensueño, de un paraíso, oír el canto de la guacharaca, la algarabías de las chenchenas, ver el colibrí como chupa la dulce miel de las flores, oír esas melodías de nuestra variedad de pájaros cantores. Éstos son los que prueban aún más, la existencia de Dios. Acomodar la cava en la sombra, preparar los riles,… solamente nos queda esperar la colocación de los anzuelos, para ponerle la carnada. De inmediato celebrar la llegada, alimentando el alma, dueña del espíritu, con un buen vino, una fría, tararear una canción,… La quietud del ambiente, propicia para que afloren los recuerdos que nunca faltan; de ese amor presente o ausente que nos acompaña en esa pesca de orilla y tener la suerte de llevar la piedra del pescado, que proporciona la fe de que va ser un buen día. Así transcurren las horas, cuando grita uno: ¡Ya no soy guate e’perro! Saque el primero y, sucesivamente, cada quien saca lo suyo. Siempre hay el maluco que alborota los pegones, que aunque no pican son muy fastidiosos. En enjambre se te meten en el cabello, dentro de la ropa y, como tienen miel, se te pegan y uno tiene que meterse al agua para evadirlas.

Caemos en el terreno de otros amores, “los moninos”. Que personajes tan interesantes. Hombre recio, de carácter fuerte, comerciante ferretero, pero se convertía en una melcocha en brazos de su amada Rosario, quien al igual que su “monino”, luchaban por lograr realizar su sueños, y era hacer un lugar de ensueño a su San Rafael de Orituco. Esa quimera que permitiría disfrutar de sus amores, cobijados por un gran sembradío de frutales y un frondoso Cotoperí, que daba sombra y mitigaba el fuerte e intenso calor de ese clima implacable y esos amores no menos intensos que los complacían, para tener su cosecha de ilusiones. El Peblo ha seguido los pasos del “monino” ferretero, y como óptimo entre los buenos, ha mejorado los pasos de su padre, siempre recio. Pero el romanticismo le brota por los poros. Bohemio, cantor, compositor, intelectual, confundido con su pueblo. Sus hijos le siguen sus pasos. Ya son tres generaciones. Su humor se confunde con la sobriedad de un acto litúrgico. ¡Quien lo viera! Asombrados quedarían, pues el pueblo se convirtió en una caja de grandes misterios; y, en un rincón de su mente, de su alma y corazón los guarda. Es como un muchacho cohibido. Tenemos que sacarle esos secretos con cuchara. Decían algunos: creo que piensa mucho. Se mantiene en su afán de hacer una canción, una narrativa, una obra inmortal que recorra el mundo. Dentro de su seriedad, lanza esas humoradas,… le sigue esa carcajada llena de alegría, que demuestra mucho su estima y afecto. En sus palabras se nota el grande amor por su familia, por sus amigos, por su primer amor que lo dice en secreto y ríe. Llanero sabe quién es quién compa, pero,… siempre él espera que el eco le susurre: quiero amor, quiero cariño. Si él no abre su corazón y lo grita, ese eco no retorna sus palabras. Gracias a Dios que le dio una mujer maravillosa con nombre de virgen, del Carmen es ella, insisto para hacer un balance hace falta el pasivo; en su carácter, bondadoso, fuerte, se puede contar como amiga sincera, consecuente, trabajadora, constante, cariñosa, amorosa, buena madre. Como Alicia, hizo un país de maravillas. Su casa un jardín, con flores y que dé frutos. Ese espacio tan divino para inspirarse recostado en esa butaca, en pleno jardín, viendo la luz fulgurante de las estrellas y el romántico paso de la luna. Luna…. Luna….bella, alúmbrame el sentimiento para darle más amor a Peblo. Eso sí, que me lo pague al doble y arropados juntitos eternamente.

El mitico “Peblo de la culebra”, en retiro espiritual.

Peblo, el cantautor y su inspiración Caballo Rucio Mosqueado y, el recio y

estirado, José francisco Ramírez, alias “Pelota”. Puros amores clandestinos.

Playboy de la época tío Juan Graffe Barrios, personaje mítico en cosas de amores.

Los famosos rallistas de la época, Cristo e’yuca, Alex Franco, Aura

y su famosa cartera y dos compañeros que no identifico.

Parque Guatopo, Betty y Pelota, rumbo a San Rafael.

Ya los amores de Oswaldo y Dalia, recorren el pueblo. Van de boca en boca, todos hablan, están asombrados del comportamiento de la “ñeca”. Es infrahumano, que no los dejen casar. Son libres, ¿Qué razonamiento induce la decisión? El problema no es con Dalia en particular, es con todas las que se acercaran a él. Pareciera que fuera ingénito en Oswaldo. Ella no da explicaciones. El no, es rotundo. Cuando la familia le toca el tema, se pone irascible, se trastorna y vocifera, no entra en razones. Hay de quien ose tocarle el tema o escuchar alguna crítica, parecía poseída por el demonio. Esta vez es Oswaldo quien toma la iniciativa de citarla, a las orillas del rio Orituco. En un lugar apartado de la gente, él está muy intranquilo. Lo tiene preocupado ser blanco de los comentarios, chismes e inventos de su sana relación. Sus pensamientos están turbios, como turbio es el rio. Todo lo ve horrible, el frondoso follaje los ve como monstruo, pronto a devorarlo. Está perturbado, ese amor prohibido lo tiene enloquecido, está pagando cruelmente su indecisión. De pronto todo resplandece, oye unos pasos y una luz que se acerca, es ella, que todo lo transforma, lo torna bonito, el rio se vuelve cristalino, el follaje parece de guirnaldas, que adornan el paraje, canta la pavita montañera, trinan los pajaritos, las garcita le señalan el camino, pero,… ella llega con un seco: ¿Hola Oswaldo, qué tienes que decirme? Estoy cansada de tus engaños, me siento burlada. Ese amor que dices tenerme, se transforman en palabras, sólo palabras, veo en tus ojos, un profundo amor, pero… ¿Para quién? ¿Quién realmente es el dueño de tu querer? Yo lo pongo en duda. A los hechos me remito, quiero un amor sincero, real, quiero estar junto a ti, con la bendición de Dios, lo demás no cuenta. Él permanece callado, estrujándose las manos contra el pantalón, nervioso, no salían palabras. Estaba en una encrucijada,… en tres y dos. Sólo tenía como opción una palabra, ya veía esfumarse el amor de Dalia. No podía seguir engañándola como a una niña, ella había cambiado. No se lanzó en sus brazos, no le dio ese aliento a su vida, no lo recibió con ese rosario de besos y abrazos, como otras veces. Oswaldo estaba empequeñecido, tartamudeaba, se ahogaba en sus palabras. Dalia, le dice, eres cruel, malvado, carente de sentimientos, te burlas de mi, ¿Dónde está ese amor que me profesas? Llego a pensar que te ríes de mi, soy un instrumento de tus perversidades. Tu consideras lógico que estemos ocultos aquí, como dos delincuentes. Somos un hombre y una mujer libres. Nuestro amor no es ningún “pecado”. Mañana mismo voy a tu casa a hablar con tu mamá. Tiene que escucharme, estoy poniendo en duda tu hombría, tu carácter, tu amor, ¿Qué pasa? No me dices nada, callas y otorgas con tu silencio. ¿Qué temes? Ella es joven todavía, no está enferma ni lisiada. Ah, me provoca caerte a golpes, decirte barbaridades para ver si reaccionas, que corre sangre por tus

Dicen que un llanero es del tamaño del compromiso que se le presenta, pero tú me decepcionas. Una infinita soledad invadió el alma de Oswaldo, su corazón latía con demasiada violencia, estaba a punto de sucumbir, su pensamiento volaba a ese encierro de tristeza que estaba acostumbrado, su Dalia adorada no era la misma, más fría, mas calculadora, esa dulzura y ese grande amor, que la caracterizaba, estaba ausente de su personalidad, la sentía trastornada. La vida de Oswaldo, iba al precipicio, su mente torturada producía sentimientos de suicidio y se iba a ese cuarto de la casa, que conocía todas sus pasiones, a ahogar sus penas en alcohol, al suicidio sistemático, por su falta de valor. La mente ya perturbada de Dalia, poseída por unos celos que la desquician, siente un frio y una soledad terrible, su alma, esta desamparada, olvidada, marginada, la frecuencia de su corazón baja, se nubla su vista, estas pronto a desfallecer. Oswaldo le ha propinado un golpe moral terrible, difícil de asimilar, corre, corre, sin rumbo fijo, las lágrimas de esos lindos ojos negros se niegan a brotar, prohíbe a su boca, proferir maldiciones, a su mente, buscar culpables de su desgracia. Sin embargo en su dolor, presiente que su Oswaldo tiene otro amor, esto la deprime, la convierte en nihilista, un ser escéptico que quería acabar con todo lo que prolongara su existencia. Buscar otros brazos, otra boca, que la hiciera olvidar, ese amor que la torturaba, que tenía su corazón a punto de estallar. Buscar consuelo para su alma, en su loca carrera llega a la iglesia, entra y se postra al pie de su virgen querida. No habla, su rostro entre sus manos, solloza, sus lágrimas se cuelan entre sus dedos. Oswaldo la sigue, entra sigilosamente a la iglesia, la ve arropada por el desconsuelo, la desesperanza, se le acerca, para consolarla, ella voltea y lo ve, con una mirada de ira, sus ojos están enrojecidos, fuera de sí, le grita: vete maldito, fuera, fuera, no quiero saber nada de ti, tendrás que pagar este daño tan inmenso que le has hecho a mi vida, a este amor tan grande, que te profesaba. Mi vida ha quedado vacía, reflexiono y te digo, ni odio, ni amor, lástima siento y lastimada he quedado, adiós Oswaldo… se va, en su interior se asoma un deje de arrepentimiento, he sido dura con él, no, se lo merecía.

En este San Rafael, nació un personaje increíble, recio de carácter, de muy buena encachadura, estudioso, también muy enamorado de la vida… Virtuoso del canto, espíritu emprendedor. Creo que se copió de Rómulo Gallegos, venimos de abajo, vamos pa’arriba. El amor era como su hobby, de unos sentimientos muy nobles, su familia, siempre presente. Hacedor de muchas ilusiones. Han proliferado tanto, que ya es un árbol frondoso, su casa siempre ha estado abierta, al igual que su bondadoso corazón, para cobijar, curar, y dar de beber al sediento; mas en una partida de bolas criollas, arrimaba, bochaba y bebía también. Un día de tantos, nos reúne y nos dice tengo una idea, que nos puede hacer ricos, muy ricos. ¿Cuál es? Preguntamos al unísono. Contestó él, comprar una máquina detectora de metal, fabuloso, démosle,… Se hizo realidad, no una, sino dos; comenzaron las aventuras en San Rafael, lo más cercano unos diez y siete pedazos de machetes y unos centavos negros. En Tapipa, no hubo suerte, fuimos invitados a una casa en Higuerote. La dueña, mamá de una enfermera que decía que seguro en la cocina había una botijuela, porque dizque salía una luz. Llegamos, a regañadientes nos dio permiso la señora, con la oferta de comprarle la mejor cocina de kerosén que hubiera. Derribamos a pico la cocina completa, excavamos y nada, puro pi.pi.pi … de la máquina. Por las chapas de refrescos, la enfermera y la otra hija convencen a la madre, para entrarle a los cuartos, dejamos puros cráteres y nada, terminamos cansados, desalentados y tuvimos que comprarle la cocina a la señora, terminamos en la playa bañándonos y de paso, me rozó una agua mala la barriga, para mas alivio a las penas…uno de los fuertes impulsadores de éstas máquinas, fue el perfecto hombre, llamado Jesús Ramírez, perfecto en su arte culinario, su equipo de cocina, su paellera, que amor, que orden, que limpieza, su paella, que buena, una presentación de gran chef, sus platos, sus cubiertos adecuados, su cocina portátil, al terminar de comer, lavar, secar y guardar la vajilla y cubiertos en su caja hecha para ese fin. Como mecánico, en caso de accidente de algunos de los carros, se bajaba, se ponía la braga, sacaba su caja de herramientas, arreglaba el carro y solamente se ensuciaba de grasa los dedos. Su armamento, todo en sus estuches, limpios y fino cazador, quedamos huérfanos de este compadre y amigo espectacular, difícilmente se repiten hombres de esta talla.

Ya con los ojos ciegos de tanto mirar el retrato de Dalia, Oswaldo divaría, esos insultos proferidos por su amada retumban en sus oídos, en sus ojos habían lagrimas, las secaba con los puños apretados y golpeaba las paredes, incrédulo repetía que no podían salir de su alma, de su boca, si, si salían, me niego a perdonar tamaño insulto, busca razones, para justificarla, se inquieta mas, al no conseguir lo que busca, esa razón de ser, llega a la conclusión que es un pobre diablo, no vale nada, con que moral va a reclamarle, no tiene valor, es un cobarde sometido por su madre, que no se atreve por sus propios medios tomar una decisión por su felicidad, piensa en el suicidio para castigar, desecha de sus pensamientos, esa absurda idea, y recuerda, como quisiera volver a abrigar tan tierno cuerpo y el encantador espacio que le brindaba y dormir en su regazo, aflojar tu lindo entrecejo, con un beso y quedarme dormido sin recelo, con la espina de la angustia y el pesar clavado en el pecho se queda dormido en esa alcoba alcahueta de todas sus pasiones. Dalia ensimismada en su dolor, sentía sus recuerdos y maldecía. Que no daría por desterrar de su alma ese amor, que no daría por olvidarlo sin sentir dolor, borrar de su corazón lloroso y sepultar esa cruel melancolía que hiere lo más profundo de su alma. Ya más reflexiva, piensa en jugarse una última carta, enfrentar su rival, una rival que domina al hombre, que domina el terreno, que la domina a ella. Siente un temor avasallante; pero decide en ese momento buscarla, atacarla y mañana será ese día, le queda la noche para estudiar la estrategia a seguir.

La familia Flores retorna en uno de sus hijos Alexis Lester Flores a Altagracia de Orituco, a trabajar para PDVSA gas. En una de esas salidas al comercio se consigue con una muchachita chiquita, de ideas muy altas, ella de apellido Guáimara, de los tomuzas, guaiqueries, de la nación Caribe; sacó su arco y flecha y lo flechó directo al corazón. Y, como iba doblemente armada, sacó los guáimaros, cargó la escopeta y le zumbó con el tres en boca, mata tigre, y allí quedó a los pies de una reina. Averigua donde vive y se presenta a las seis de la tarde, hora de cenar, ya huele a la entrada el olor sabroso de una arepa y ese guiso que parecía de carne, le alegra más el corazón. Estoy resuelto, decía pa’ sus adentros, yo no pelo este boche. Toca la puerta y le abre ella, se le agrandan los ojos, ¿Tú aquí? Sí, ¿No me permites pasar? Claro pasa, que rico huele, ¿Estás cocinando? No, mi mamá ¡Cómo me gustaría probar eso tan sabroso! Los ojos se le ponen como dos huevos fritos, cuando ve aquellas “arepotas” y ese caldero humeando con una carne desmechada. Se distrae con la comida, ella le dice mira esta es mi mamá, ¡Ah disculpe!, mucho gusto y de frente le dice, caramba qué sabroso cocina usted, la felicito. Gracias,… si gusta, como no mi doñita y se sienta a la mesa. Parece que tenía una hambrasón, se comió tres arepas resueltas “full de carne”. Le preguntan con un tonito irónico: ¿Cómo que tenía hambre jovencito? Caramba mi doñita, gracias. Nunca había comido tanto ni tan sabroso, ¿No se disgusta si vuelvo?, su hija y usted son encantadoras, qué buena gente son ustedes. A propósito, ¿No tiene por allí un cafecito? Negrito por favor, se lo toma se despide de ese amor naciente. Esas miradas que son las puertas del amor y un compendio de luz y alma. El muérgano se va, y su mente hablaba, barriga llena corazón contento. Se enfila hacia su casa, pensando alegremente en su pequeño y grande amor, que está naciendo en su corazón, y, … tarareaba esa canción bellísima que habla de… “que bonitos ojos tienes debajo de esas dos cejas”.

Dalia pasa una noche inquieta, su mente no descansa, practica desde el insulto hasta los golpes, reflexiona, si quieres cambiar el mundo olvídate de las armas y usa las ideas y las palabras. Amanece, sale temprano a buscar la mujer culpable de su tragedia, llega a las puertas de la casa, toca y sale esa mujer echa un demonio cuando la ve, busca la tranca de la puerta y se le va encima a golpearla. Ella, ágil como una gacela corre y corre sin parar, se para lejos y a la sombra de un mango, se sienta a descansar. Pasa una mujer y le dice, olvida a la bruja y su familia, nada tienes ni has tenido, busca la manera de olvidar, sufrirás, pero vendrá la emancipación, la calma a tu alma, a tu mente, tu corazón volverá a latir tranquilamente. Si es posible vete del pueblo a otro lejano y te aseguro que otro amor nacerá y purificará tu espíritu alma y corazón. Haga caso “mija”, mire que yo le llevo una morena en años. Se queda un rato más pensando en las palabras que llegaron de esa transeúnte mujer; reflexiona, la verdad es que esa señora tiene mucha razón, esa casa está llena de espantos, su habitantes todos, hasta Oswaldo, está poseído por los demonios. De ésta corto palitos y no juego más. Se levanta y coge camino para su casa, se sienta a la mesa del comedor a esperar a su mamá. Ella llega, cansada, arrastrando los píes, sudorosa, jadeante con la bolsa del mercado. Mamá te hubiera acompañado, la carga compartida se hace menos pesada…, Menos mi carga, que la tengo encima sin poderla bajar y me tiene el corazón carcomido por la pérdida del amor. Te esperaba para pedirte consejos, pero déjame traerte un guarapito, siéntate y reposa, traeré dos y así conversamos mejor. Oye mami, sabes de mis amores con Oswaldo, esto se terminó. Para poderlo olvidar tengo que irme del pueblo; quiero que les escribas a la familia que está en Cagua para ver si me reciben y puedo conseguir un empleo como enfermera para no ser una carga, ayudarlos y ayudarte con los gastos; pero es necesario irme. ¡No soporto más, esto no tiene solución! Su mamá, en conocimiento de los sufrimientos de su hija, aceptó escribirle a su hermana.

Se despepita un tremendo aguacero, las aguas corren por las orillas de las aceras y un grupo de muchachos con una algarabía se bañan y hacen barquitos de papel y hacen competencia para ver quien ganaba. Caminaban una cuadra detrás de los barquitos, las apuestas eran un caramelo. ¡Ah, cómo se gozaba! Por otro lado, iban el Niguatero lavándose las bubas que salían de sus dedos reventados por las pulgas que parían dentro de la carne de sus dedos y no había ninguna criatura que se las curara. Para aliviarle el padecimiento a esta persona, iba de bodega en bodega y de casa en casa pidiendo mendrugos de pan. Todos le sacaban el cuerpo. Siempre sin bañar, hediondo, con sus latas sin lavar para que le sirvieran comida; los pesgostes en esas latas iban acolchándose. Está visto que el cuerpo humano se inmuniza de tantas bacterias que se traga. De paso, este desamparado marginal, era la mofa constante de los zagaletones. Al verlos, algunos parroquianos les decían no se burlen, miren que sus hijos les pueden salir igual de manetos, retrasados y llagosos,… Dios los va castigar, dejen ese pobre hombre que viva en paz, con sus sufrimientos tiene suficiente.

Prospero Flores Graffe, Nelson Flores Graffe, Chalino y Luis Ecarri.

Hay personajes en nuestros inolvidables pueblos o terruños como dicen algunos, para darle más valor de posesión, de encanto, así como para tenerlos mas cerquita del corazón, abrazado de por siempre y no olvidarlo. Hacerles cariños, es como tener una prenda amada pues, hablemos de un simpático personaje, llamado Jesús Rosalino Figueroa. Futuro centenario, apodado el CHALINO, entregado a la música con una pasión envidiable, es un virtuoso del violín, de la bandola, del cuatro, de la marimba, maracas, tambor, sinfonías, guitarras grandes, instrumentos de remoto origen, de una sola cuerda hecha con bejucos de esos montes al que, con cierto movimiento de la boca, se le sacan melodías deseadas. Sus hermanos Andrés y Rosa le fabricaron un violín con dos tablas de jabillo, cedro dulce y tripas de puerco espín, que sonaba como enjambre de pegones alrededor de la colmena. Dicen también que inventó la linterna, cortó 20 centímetros de caña, se comió por dentro parte de ella, era un chupa caña y chupa flor; dentro del hueco metió como 20 o treinta luciérnagas, le fijó un vidrio adelante y así andaba alumbrándose los caminos. Los insectos, sobrevivían porque tenían la comida segura con la caña, en realidad era una novedad. El primer baile lo tocó en el vecindario Las Varas. Le pagaron doce bolívares, que compartió con sus músicos acompañantes. Eleuterio Armas, cuatrista y con Manuelito y Andrés, que tocaban los instrumentos de percusión. El segundo baile lo tocó con el violín que le regaló su padrino Tobías Álvarez, con motivo del cumpleaños de Titina López Barrios; su padre Agustín López le pagó treinta bolívares. Después, Tobías decide irse para el Tigre, y entonces se queda un verdadero tigre mandando en Guanape y sus vecindades. Toca en las fiestas con Cástulo Chaurían. Hacian dúo de violín, hacían vibrar tocando Cerro Verde pieza de su autoría. Las señoritas y señoras esperaban sentadas en espera de la pieza, para que salieran los caballeros a sacarlas. Estos ya tienen sus preferidas para el baile, suena la cuchara y emociona a los bailadores y no bailadores que aprovechan tomar sus palitos. Algunos brandy, otros lavagallos, leche burra, anisados, amorcito, coctelitos con jugo de naranja. De vez en cuando, paran la música para echarle esperma o talco al piso para deslizarse mejor con los pasodobles y valses. Ese ambiente se ilumina con esas miradas de los enamorados. Todos los bailes separados de cuerpo, había que conformarse con apretaditas de mano, besos voladores, bajo las miradas severas de sus acompañantes. Ese maravilloso músico, Chalino, lleva la música por dentro, con una cantidad de amores inconclusos y como dice él, no hay piedra, no hay rincón, en Guanape que no conozca mi historia. Ese tumbaito, sombrero y cigarrillo en su boca; de las marcas bandera roja, capitolio, negro primero, jonrón, siempre lo acompañaban. No salía a la calle sin antes tomarse su copa de vino sansón con una ñema criolla, alarga la vida y le da fortaleza a su cuerpo. En sus amenas conversas, sus cuentos con sus amigos, de tío tigre y tío conejo, Juan Sonso y Pedro Rímales, Roñoquero y Mamblea. A él lo asustaban con la sayona y, no podía oír el canto del titirijí, porque se encerraba en su casa y no salía. Cómo le gustaba un pan con guarapo de la panadería de Mateo Peñalver y los que venían de la panadería Flor de Oriente. Se iban a bañar al rio con su botellita de aguardiente blanco por delante y con el único jabón negro que fabricaba Estanislao Márquez y se frotaba albahaca morada en esos sobacos y se iba tarareando un paso doble de moda. Besos y cerezas, Chalino tomaba era aguardiente blanco, el anís le pegaba en la cabeza y lo ponía bobo, le daba la caligüeba o el soponsio. El fue quien se comió las galletas con diablito que el negro García no pagó, gozaba un mundo con las faramallas de este negro. Reía a quijada batiente, conocía todas las mañas de los habitantes de su querido pueblo. Afirmaba con marcado entusiasmo: un pueblo sin mañas no es pueblo. Esa cultura de la chirigota y mamaderas de gallo nunca faltan. Tiene el pesebre bajito y lo compensaba con un pavo relleno de hueco florido. A los bailes Chalino se llevaba en los bolsillos una cuca negra o su pavito relleno, a los que llamaba un porsiacaso. Esta especialidad la hacia Erlinda Graffe Barrios de Flores, nacida en Valle de Guanape, hasta su muerte. Era una especie de bizcochuelo y le ponían una cremita a base de huevo batido tipo suspiro. En verdad era una delicia y, quien lo inventó fue “Hueco Florido”, venido de Río Caribe, que la rellenaba con jalea de guayaba y los muchachos se volvían locos por conseguir una locha para comprarla y saborearla. Esta “delicatess” la comí por por segunda vez en Barcelona, hecha por otra nacida en Valle de Guanape; también de la estirpe de los Graffe, Barrios, itriago, y Carmen Lila Graffe Barrios de Rojas, experta en los panes de horno, pavos, bizcochuelos, almidones etc. Hummm…hum…. Y toda clase de “dulcitos” que endulzaban la vida, que se nos hacía monótona. Había siempre que inventar algo. Hay personajes que son bellacos, mamadores de gallo, que acaban con esa monotonía.

La suerte está echada para Dalia, se va rumbo a San Mateo, tierra del sacrificio del neogranadino Antonio Ricaurte. Héroe que prefirió morir volando el Fortín donde estaban la pólvora, municiones y armamento, para que no cayera en manos de los realistas. Allí llega con el peso de un amor inconcluso y malévolo que lo lleva en su maltrecho corazón. Amor que, por su dimensión será difícil olvidar mas no imposible. La decisión fue tomada: olvidar,… olvidar; y, para lograrlo se dedica en su ambulatorio a trabajar. Poco a poco se va incorporando a la vida social. Conoce amigas y amigos. Su tía ha sido su apoyo, en su trabajo aún enferma de amor, se da cuenta que tiene un don que crece con su espiritualidad. Su misticismo la ayuda a entender los misterios entre la vida y la muerte. Esa colmena de pasiones ha comenzado a destilar y calmar su corazón desenfrenado. Duerme más tranquila y su mente se ocupa de los necesitados de atención médica y espiritualidad. Ayuda a los desahuciados que se aferran a la vida, a viajar tranquilos a los brazos del señor. Su vida ha cambiado. Es otra, ya no produce esas tensiones, desesperos y angustias. Los recuerdos de ese amor, si es que se le puede llamar amor, pasa por su mente como el recuerdo de una pasión muy tormentosa. Sus ojos se entrecierran como para no ver ese ser que se le presenta como alguien que se perdió en la nada. Los recuerdos ya le causan risa. Eso quiere decir que la distancia es el olvido; ya mira jóvenes con más claridad, no queda trauma. Su corazón late diferente con un compañero que la mira en forma intensa se cruzan y hay atracción; pero espera conocerlo mejor, hay suspicacias, hay temores.

En el transcurrir por la vida uno conoce personajes interesantes en su forma de ser, dueño de muchos amores le oigo decir, pienso será un gallo que le echan al corral todo tipo de pollitas y gallinas o él las selecciona. ¡Ésta sí, esta no! Mirándolo bien es un playboy, es internacional. Las consigue en cada ciudad que visita, se puede decir que es un mil amores o un mal de los amores, que deja huellas y frutos y se va o lo van. Los bohemios, soñadores siempre están inconformes con lo que tienen. Es un nómada, no se queda quieto en ningún sitio. De esos treinta años que Dios le dio, los vive intensamente. Le quita años a la edad del burro para sumárselos y seguir con sus andanzas de mozo enamorado. No respeta ese 25% de sexo, los aumenta, entonces se los resta al 25% de ambición y 25% misticismo. No toca el 25% de afectividad, allí se apoya para ser simpático, para conquistar cuanta chiquilla se le plante de frente. Es un Casanova, busca con alevosía y ventaja sus presas, sabe dónde buscarlas, bailes, fiestas, verbenas, plazas, toros coleados, cines, ríos y quebradas, cualquier escenario es propicio para lanzar sus ataques y lograr el quiebre. Per pasa ese tiempo precioso, sin darse cuenta que va madurando, va siendo menos agresivo; la vida va cobrando sus cuentas en la medida que van saliendo canas. Entiende ya que no es el camino que ha transitado, se ha extralimitado en su forma de ser y se enferma precisamente por donde ha dado más guerra. La espada no es la misma, cuelga envainada, desgastada de tanto uso, ya la saca para mostrársela al médico confiesa él, pero creo en una verdad a medias, le queda todavía la maña del zorro camacito. Este personaje ha lavado sus culpas, ha sido y es un caballero templario, preocupado por sus ancestros, los indios teserma y por todos esos pobres de solemnidad. Es un montañero en solitario, por no decir con solitaria. Su norte es la amistad que cultiva con mucha pasión, como pasión es su revista – libro - dimensión, que narra costumbres, folklore, geografía e historia de los estados Anzoátegui, Guárico, Miranda Distrito Capital y Carabobo. Su sueño es ver circulando esa revista por todo los estados de Venezuela. Trabaja con las uñas arrancando de aquí y de allá ese dinero que carece, como carece de una ayuda real, entonces lo agarra la “depre” y, sentado en una topia, se poner a comer ciruelas y pasan las horas pensando, chupando mamones, hasta darle dentera, Y luego vienen los dolores de barriga, que lo traen de nuevo a la realidad, a un mundo no muy dador a sus necesidades. Se encuentra con tonalito y sus gatos que pululan por la casa, forman parte de su distracción, los atiende en sus comidas y sale a la calle, desde que pisa la puerta de salida recibe y da los buenos días con mucho respeto, cariño y llega a la panadería de su predilección a tomarse un cafecito con un amigo que nunca le falta, brinda y lo brindan. Y... ese cigarro que siempre está en sus labios, “jechando jumo” como los buenos, y ese chiste que nunca falta. Es un mamón como el de Godo, fuerte erguido, frente en alto, conocedor de todos sus colegas en las artes, es bueno pero muy tímido en mostrar sus escritos,… sus trabajos. No suelta prenda, es un ser humano retirado a un ostracismo no merecedor. Su presencia se siente, transmite humildad, valores, humanidad, solidaridad; está en un edén, pero no lo palpa así, quiere gritar, vociferar para que lo oigan. Sin embargo, la realidad es sólo una, quien no se quiere escuchar es él. Entender que es un ser racional, que sufre, llora, ríe, ama, come, bebe, que se baña varias veces en el mismo rio. Entenderse como tal, como el humano que es, ser o no ser es la disyuntiva, o se es o no se es, pero tienes que ser alguien y ese alguien eres tú, con tus virtudes y defectos. Para haber soportado la carga de la brigada cuaimífera, debió tener el conducto auditivo en forma directa a los ventarrones para que se llevaran los conflictos lejos de su presencia, y seguir airante en todas sus escaramuzas de amor que lo envolvían en una vorágine que quería tragárselo sin digerirlo. El chicho Vargas se las trae, quiere a su pueblo como nadie, la emoción que se siente en sus palabras el amor y el cariño con su pueblo es recíproco.

Pasado el tiempo Oswaldo con la ida de Dalia quedó como altar sin santos. Sólo con una tremenda tristeza en su alma, las lagrimas derramadas son recuperadas con el licor del cual se ha hecho más esclavo, tomar y tomar, así pasa el tiempo en ese cuarto de sus recuerdos. Llora a moco suelto la ausencia de su amada, ese dolor profundo que causa la ausencia de su Dalia querida: Se acentúa su dolor con la muerte de su madre, ahora si quedó huérfano total, huérfano de juventud, ya pica los sesenta años. Huérfano de salud está enfermo, huérfano de madre, y huérfano de amor. Que orfandad tan horrible, está pagando su indecisión y a qué precio, busca compañera de vida y se casa y luego de un año muere pobre de solemnidad. Nos abandona, sin dejar ilusiones que le permitan permanecer en el tiempo, que alguien lo recuerde. Que soledad tan terrible y fantasmal se buscó a conciencia de lo que estaba haciendo, martirizando a una bella mujer que pudo haberlo hecho feliz. Que desprecio de vida y que madre tan inconsciente, malévola y desnaturalizada que no supo valorar el amor de su hijo, su veneración, su sacrificio… RIP Oswaldo.

Dalia en San Mateo, vencido ese sufrimiento, despojada de esa honda amargura que convulsionaba ese bonito corazón que tiene y que ya vuelve a la normalidad. Los pesares vienen y van, pero se están alejando; se está curando ayudada por el tiempo que si sabe borrar las heridas. Dale tiempo al tiempo le decía su mamá. Que tiempo mamacita, cómo lo quiero cerquita de mi alma. Qué falta nos hace esa mano llena de ternura que al sentirla se calman y se borran nuestras tristezas y sabe secar lagrimas y alejar los males. Es verdaderamente el toque de un ángel que va limpiando de zarzas y espinas el camino. Me siento en paz con Dios, con todos. El amor en mi corazón quiere germinar de nuevo, siento que me estoy enamorando, me acompaña una paz, un amor tranquilo, divino; ya no es ese brioso corcel que galopa desenfrenado acompañado de una pasión violenta, éste es más sereno. Al fin, los años y la experiencia te hacen menos frágil, ya no manda el corazón, manda la razón, ya tiene su chiquillo que la acompaña, la mima, la consiente, le habla suavemente, le acaricia sin presionar. Sabe de sus sufrimientos, viajan a la playa, a bailar, al cine, la pasan divinamente bien, hacen una pareja feliz, el no la acosa con sus pretensiones, sabe que esas heridas tiene que ayudárselas a curar, sin mucha prisa. Todavía su piel esta sensible y presiente en ella que no desea otro fracaso; ella le permite ciertos cariños, se siente a gusto con él. Ella de noche piensa en esa relación, él me gusta, me trata bien, he hecho mis averiguaciones es buen muchacho de buena familia, creo que mañana le voy a dar el sí. Durmió esa noche plácidamente, amaneció fue a la cocina hizo café y el desayuno para su tía y ella, al levantarse, le contó lo que quería hacer. Su tía, muy de acuerdo, le escribió a su mamá y le contó lo mismo. Evitaba tener noticias de San Rafael, temía que se abrieran las heridas; entonces su mamá no tuvo más remedio que contarle la muerte de la Ñeca y el casamiento de Oswaldo con Carmen, una señora de mediana edad residente del pueblo. Entra la interrogante, ¿Sería este el amor verdadero de Oswaldo? Sólo en esa mente torcida estaría la respuestas y en Dios en definitiva.

Dalia no se inmutó, recibió la noticia con frialdad. Fue entonces cuando se dio cuenta que su corazón, alma y sentimientos estaban curados. Era libre como el viento, cantaba, reía, bailaba, el tiempo, siempre el tiempo, le daba la razón a la decisión tomada en el momento oportuno. Se hizo la luz en su vida, llamó a Rubén para compartir con él su alegría, al llegar lo abrazó, lo besó, lo acarició, se le guindó del cuello y gritaba te amo, te quiero, te adoro, ahora me doy cuenta lo bello y lindo que es el amor. Me caso contigo, tú dices cuando y así fijaron la fecha de la boda, sería para dentro de 20 días. Conocí a esta amable y positiva señora, allegada a la casa, su espíritu muy rico en providencias, tenia poderes extrasensoriales, ayudó a morir una prima que estaba muy aferrada a la vida, tenía un cáncer terminal y estaba sufriendo mucho, prefería el sufrimiento que dejar sus hijos hermanos y madre. Vi a Dalia conversar con ella y en la madrugada murió en paz y con una sonrisa en los labios. Era una persona que adoraba la vida, que practicaba el buen convivir, familiar, querendona como buena llanera, quien, a pesar de sus contratiempos y amarguras supo reírse de la vida y la vida le dio su recompensa un manojo de hijos e hijas que fue su adoración, ya dos varones le acompañan, carajitos tan buena gente como su madre, lástima que no pudimos crecer con ellos, les aseguro que con Dios están.

La familia de Chalino:

Miguelina Itriago

Nietos, Martha María Hernández

Jesús Rafael Romero

Hugo Miguel Romero

Keila del Valle Romero

Fiorela Margarita Romero

Vladimir Roberto Romero

Kassandra del Carmen Romero

Reina de los Ángeles Romero

Jorgelis kassandra Romero

Mariluz Gomes de Romero

José Gregorio Romero

Ellos todos orgullosos de Chalino, futuro centenario, en la casa se respira paz, amor y cariño.

CHALINO PROSPERO A FLORES GRAFFE AL FONDO NELSON ELADIO FLORES GRAFFE